+ Nostalgias Del Origen +

~Hoy volví a acordarme de la muchacha que conocí una noche en la carrera séptima de Bogotá. Llevaba un lustro largo en un olvido completo para mí. Y de repente ahí estaba. Estudiaba música. Tocaba el Violín

El milagro me asalto por esos misterios torcidos de la memoria que la ciencia no ha conseguido explicar del todo. Y que nos devuelve a una existencia ya vivida, pero mas perfecta y redonda que la que vivimos. Con detalles inéditos y minucias desconocidas. Por que distinguí con claridad el escudo en la boina bohemia, la flor de lis de alguna cofradía piadosa que pase por alto cuando nos vimos.


Recuerdo que se fue saltando sobre sus botas tobilleras, reacomodándose la boina apunto de caer; que mecía la cartera roja como un incensario incendiado después de darnos un sexteto de besos largos, paladeados y resonantes en el baño de señoras de una cafetería de comensales de clase media. Cuando acabo de irse me mire en los espejos sobre los lavamanos rosados. En una jabonera había olvidado un pañuelo de papel y un anillo barato. Y me pareció que estaba convertido en un desconocido cuya felicidad me alegraba. Y sobre todo, en un lugar equivocado de donde debía marcharme cuanto antes.


Jamás volví a verla El diablo o el ángel de mi guarda o la señora que lavaba mi ropa, extravió el papel donde había anotado su teléfono con números gordos para que la llamara el viernes. Me dijo que preguntara por ****. Fue lo ultimo que supe de ella.


El universo de todos lo hombres normales ha de estar lleno de estas mujeres fantásticas que vimos una sola vez y que permanecen en nosotros para siempre, incorruptibles, remotas, inalterables. No ame a lisa. Un sexteto de besos por extensos y consentidos que sean, no puede pasar el umbral del entusiasmo a la locura del amor. De hecho, el infierno que sembró en mi fue uno de esos infiernos temporales que duran una semana. Y lisa se hundió sin flotar en el caudal de las memorias que van y vienen como las mareas y a veces traen objetos y seres olvidados. Como Ella.

La ciudad me vio dar vueltas por todas partes donde pensaba que volvería a verla. Ronde las iglesias, las casas de cambio de los turistas. Me senté en las recepciones de los hoteles del centro como el paciente de una inquietud intransferible. Los botones escucharon los pormenores de mi descripción de Ella según mi memoria. Pero luego mi corazón se resigno a seguir la vida que había hecho antes de Verla.


El infierno adquirió primero la templanza del purgatorio. Y pronto no quedo más que una ceniza volátil. Un mes después me enamore de otra que acabo de arrastrarme al Matrimonio.


Hace días volví a ver el gran amor de mi adolescencia. Uno de los mayores amores de mi vida, dulce, irrepetible. La amaba cuando se caso con ese cínico que le da, de acuerdo con el calificativo, vida de perros. Y me espanto percibir  en sus cambios, los cambios  ineluctables de sus sufrimientos y sus días melancólicos, mis propias transfiguraciones cicatrizadas. Trate de escribir un poema al amor que nos juramos en vano. Pero solo me alcanzo para un discurso triste, un réquiem para Bandoneón donde las estrellas brillaban en falso. Mas parecidas a las esponjas que a los astros.



Creo en cambio que si me sentara a escribir una oda con pretensiones de eternidad a la luz aromatica que irradiaba la muchacha  con la boina torcida en un sanitario de señoras, cantaría con deleite. Cantaría de veras. Como deberíamos cantar siempre.


No caeré en la trampa. Mas vale reprimir la tentación. Y disfrutar  de la nueva llegaba de Ella con entera desvergüenza tal como era como es, y sigue siendo, como seguirá intacta en mí. Hasta que las astucias del calidoscopio del mundo le devuelvan su libertad, y vuelva a escapar, quien sabe hasta cuando, de las jaulas de mis recuerdos peregrinos al reino de las esencias femeninas..


Cuando el recuerdo se opaca
con palabras innombrables
como huellas despojadas
de otros tiempos insondables.


Cuando encuentro cicatrices
de otras eternidades
surgen signos imprecisos
que producen tempestades.


Cuando huyen las señales
en oleajes desolados
como estrellas repetidas
como espejos empañados.


Cuando crece en mi garganta
la soledad de esta vida
como un muro enmarañado
impidiendo la salida.


Al contemplar las estrellas
mi corazón desangrado
recupera con nostalgia
vestigios de su pasado.


Ya no existen más recuerdos
de lo que fuera mi hogar
como las barcas sin rumbo
que se pierden en el mar.


Cuando anochecen las aguas
de mis ojos caudalosos
como planetas cansados
que giran sin reposo.


Entonces en mi interior
se abre de nuevo la herida
como torrente agitado
que apresura la caída.



For You
Re-Wrote By Damian Dior
May/2007


 

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